Dra. Mila Cahue

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Internet y la infidelidad


Mucho se está debatiendo en la actualidad sobre si el entorno de internet favorece las infidelidades. Igual que es cierto que la red se ha convertido en uno de los lugares favoritos para conocer gente nueva y encontrar pareja, también lo es el hecho de que, en algunos casos, se esté convirtiendo en el medio por el que las relaciones salten por los aires por infidelidades cibernéticas o reales.

Todas las características que son positivas y que favorecen los contactos entre personas (ser un medio rápido, infinitamente transitado y de fácil acceso), suponen una alarma bien roja para las parejas que están pasando por un momento bajo, o simplemente en las que uno de los dos miembros echa de menos el toque de infidelidad, pero está marcado (o marcada) por su pareja en cuanto a horarios de llegada a casa, gente con la que se sale, etc.

Cumpliéndose aparentemente todos los requisitos de la fidelidad (llegar a casa a la hora indicada, no salir en horarios inapropiados ni con gente conocida o desconocida… lo que suele decirse, portarse bien), el ordenador conectado a internet en cualquier habitación de la casa puede convertirse en el lugar en el que se esté produciendo una o varias infidelidades, justo delante de las narices de la otra persona.

La cosa puede empezar por engancharse a los típicos juegos de mesa a los que muchas personas dedican mucho tiempo delante de la pantalla; una vez la pareja se acostumbra a ese hábito, se comienza a navegar por páginas variadas, buscando información que se dice es relevante para alguna actividad familiar o de la pareja; cuando ésta se ha confiado, entonces se entra en chats, etc.

¿Cuándo puede uno empezar a mosquearse? Toma nota:

–       Si ves que una de las prioridades de tu pareja es sentarse delante del ordenador,  y no puede dejar pasar un solo día, o varias veces al día, sin atender a lo que ocurre detrás de la pantalla;

–       Si se queda hasta altas horas de la madrugada o si prefiere los momentos en los que puede estar completamente a solas, sin interrupciones de ningún tipo;

–       Si ves que se pone nervioso o nerviosa cuando estás cerca del ordenador y empieza a mover el ratón (normalmente minimizando ventanas, o cerrándolas), o incluso parece alterarse o sorprenderse por tu cercanía (el grado de concentración suele ser alto);

–       Si se ponen claves de acceso que restringen el poder entrar a su cuenta del ordenador;

–       O si ves que recupera la ilusión, y te consta que la causa objetiva no eres tu, o que entre ambos no se ha producido ningún cambio que explique su cambio de humor (normalmente a mejor si no tiene que ver contigo, y  a peor si haces demasiadas preguntas).

Gran parte de las infidelidades hoy en día se descubren, por mayoría apabullante a través del móvil, seguido de la lectura de correos en internet.

Una vez más, no debemos culpar a las nuevas tecnologías del hecho que se haya producido una infidelidad. Cuando las descubrimos, debemos plantearnos, principalmente, sobre qué fundamentos estamos construyendo nuestra pareja; si está fallando algo en la relación, o si simplemente estamos unidos a una persona mentirosa, o que ya no tiene hacia nosotros los sentimientos necesarios para crear vínculos de confianza, respeto y amor.

Perdonar una infidelidad es una decisión personal que depende de muchos factores y no hay un patrón aplicable a todos por igual. Pero descubrir una infidelidad, al menos, nos debe servir como factor de corrección, no ya de la relación con el otro, sino de la manera en la que estamos construyendo nuestra propia felicidad.

Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity