Dra. Mila Cahue

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Las reglas de pareja han cambiado, éstas son las nuevas (I)


¿Te ha invadido últimamente en algún momento la sensación de que ya no tenías ni idea o te sentías perdido/a en todo este lío de encontrar pareja?¿Te ha llegado a parecer que todo lo que sabías, o lo que creías que era correcto, o al menos lo normal, ya no funciona? ¿O quizás, que las reglas del juego ya no valen, pero que no te has enterado de cuáles son las nuevas?

Por si te sirve de consuelo, probablemente tienes razón. Las reglas han cambiado y bastante. No son mejores ni peores sino que han variado en complejidad y cantidad. A pesar de que nos hemos quejado bastante de las antiguas, éstas parecían ser menos complejas y numerosas, pero al final solamente acababan siendo satisfactorias para unos pocos. Por eso no nos valían. Ahora son muchas las personas que quieren seguir jugando a encontrar a su pareja perfecta pero solamente tienen la referencia de las reglas anteriores, sin que haya unas pautas claras de cómo son las nuevas. Así que nada mejor que empezar desde el principio para recolocarse en la nueva realidad que supone vivir de una manera satisfactoria la propia afectividad.

La primera regla que ha cambiado casi radicalmente ha sido la de la dependencia emocional de los demás, y que se ha transformado en una especie de mantra que os recomendamos os repitáis, a ser posible, varias veces al día: Mi felicidad no depende del otro, y mucho menos del hecho de estar o no en pareja. El amor romántico nos dejó la lánguida imagen del amante que no sabía vivir o decidía que su vida no tenía sentido si el objeto de sus afectos no le correspondía de la forma que esperaba. El amante se obsesionaba, no comía, no dormía, y caía en una profunda tristeza que le llevaba, por un lado, a odiar a quien no le amaba, o peor aún, a quitarse la vida por no conseguir lo que quería. A este repertorio de conductas que hoy consideramos que rayan en lo patológico se le llamó amor verdadero, y todavía quedan algunos vestigios que podemos encontrar en letras de canciones pop o en películas etiquetadas para chicas, e incluso bastantes de las de acción y aventuras, que siguen incidiendo en un patrón que lo único que produce es más confusión, pues cuando se aplican a la vida real se caen como la casa de paja de Los tres cerditos.

Una segunda regla a tener en cuenta es que no es necesario formar el patrón papá-mamá-niños ni tampoco chico-chica, y mucho menos el de pareja para siempre. Hoy en día las parejas pueden adoptar múltiples formas, dependiendo de los objetivos, necesidades, momento vital y maneras de ser de las dos personas que la integran. Esto no quiere decir que haya que tomarse la relación con el otro desde la frivolidad o la superficialidad, sino desde la claridad, el respeto mutuo, la comunicación eficaz y el manejo adecuado de las expectativas de las dos personas. De hecho, cuanta más confianza haya entre ambas personas, más respeto, y más ganas de que la experiencia sea positiva para ambos, mejor poso dejará en nuestra historia vital. Lo que dure lo irá marcando la propia historia y los integrantes de la misma. A veces uno se puede planificar objetivos a largo plazo, pero en otras ocasiones esto mismo puede ser una auténtica insensatez; habrá que llegar a niveles de intimidad cuando corresponda; decidir irse a vivir juntos no es una medida urgente ni denota tampoco ni la calidad de la relación ni su estabilidad: esto se ve en el bienestar o malestar que manifiestan las personas implicadas. Desde la psicología, hacemos especial énfasis en ser creativos, en perder el miedo a equivocarse, a proponer, a corregir, pero sobre todo a alcanzar el bienestar emocional propio y el de la persona con la que estamos.

Una tercera regla tendría que ver con la manera de experimentar una relación afectiva. Los mensajes sobre la necesidad de sufrir cuando se ama, pasarlo mal, etcétera podemos ir arrugándolos y hacer canasta con ellos en la papelera. Lo que podría hacernos sufrir son nuestras expectativas, nuestras necesidades insatisfechas o nuestra manera de afrontar los contratiempos, pero el amor no nos va a hacer sufrir nunca. Con amor se puede hacer frente a las situaciones más difíciles que nos ponga la vida y también se curan las heridas más profundas; en la relación amorosa podemos ver cumplidos nuestros sueños, y podemos aprender a crecer como personas. Si estás sufriendo en tu situación actual, piénsatelo seriamente: o no te están queriendo bien (así que es mejor que te vayas planteando dejarlo); o tú no estás queriendo bien y simplemente te estás obsesionando con que alguien te dé lo que no te quiere dar (en este caso, vive y deja vivir). ¿No es mejor experimentar una relación en la que las dos personas implicadas estén disfrutando juntas, con complicidad, el tiempo que dure?

Yo soy feliz. ¿Tú eres feliz? ¿Podemos ser felices juntos?…

 Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity

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