Dra. Mila Cahue

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El amor, eterno o verdadero, es para vivirlo


¿Será el hombre/la mujer de mi vida?¿La persona definitiva? Nos encontramos en el momento previo a la toma de decisión sobre si involucrarse afectivamente con una persona, y hasta dónde. Se ha producido la química entre los dos, incluso es posible que ya se hayan declarado abiertamente el deseo de profundizar e ir más allá. Normalmente, si las experiencias anteriores no han sido positivas, se suele tener la expectativa de que, éste/a sea la pareja definitiva, pero esta

misma expectativa, legítima donde las haya, puede convertirse también en la trampa que no nos deje vivir, afectivamente hablando. Todo dependerá de la previsión que hagamos a medio y/o largo plazo. Vamos a ver cómo.

En realidad, el hecho de ilusionarse y de albergar la esperanza de haber conocido por fin a la persona adecuada es perfectamente natural y necesario para sentir la motivación suficiente que nos permita seguir avanzando. Pero también hay que gestionar con cierta habilidad nuestras emociones y prepararlas para posibles alternativas de lo que pueda ocurrir después.

Por ejemplo, muchas personas, piensan que centrándose únicamente en el pensamiento tipo esta vez va a salir bien, y ya es la definitiva, invirtiendo en él el 100% de su energía, van a conseguir que se haga realidad. Se lo imponen, casi, como una obligación que tiene que ser como ellos esperan. Pero, cuando dos voluntades libres tienen que decidir sobre el futuro de una relación conjunta, encabezonarnos en un solo resultado no es la actitud más adecuada, ni la más eficaz. ¿Por qué? Porque existe un 50% de posibilidades de que sea como esperamos, y otro 50% de posibilidades de que se presenten otras alternativas que no se quieren tener en cuenta, pero que no por ello sean menos reales.

Por otro lado, existe la posibilidad, no ya de que el otro no quiera lo mismo que nosotros, sino que seamos nosotros los que decidamos, a medida que vayamos conociendo a la otra persona, que no nos encontramos ante quien nos habría gustado que fuese, y decidimos poner un punto y aparte.

Ya, pero es que, si no es la pareja definitiva, ni me molesto en emplear un minuto de mi tiempo en otra persona. Es decir, si no es el amor para siempre, algunos prefieren saltarse la oportunidad de vivir una relación amorosa que pueda aportar aprendizajes positivos, momentos llenos de ternura, de pasión y de atención. Aunque no se trate de una relación para siempre, puede ser perfectamente verdadera y honesta mientras dure.

Para mantener a nuestra mente a raya, tenemos que aprender a evitar que vaya de un extremo a otro al más puro efecto péndulo. “Si no es el amor de mi vida, entonces no será nada”. Con este tipo de pensamiento, lo más probable es que la vida pase por encima de uno, sin darse la oportunidad de experimentar relaciones enriquecedoras que, contrariamente a lo que se pueda pensar, nos acercan más a ese amor definitivo que se pretende, pues nos enseña a estar más atentos a las señales de lo que es más compatible con nuestra naturaleza individual; a detectar posibles incompatibilidades antes de tomar una decisión, y también las actitudes que sabemos que nos agradan en una persona con la que queremos mantener una relación íntima; a seleccionar con mejor criterio, pues sabemos cada vez con más claridad lo que deseamos; y a descartar sin necesidad de ofender, sino como parte natural de la dinámica de la búsqueda de pareja.

Es cierto que todo esto necesita un aprendizaje, y sobre todo, un training, pero no podemos pretender obtener resultados de campeones, sin practicar como ellos. La buena noticia es, que la felicidad es un premio al que todos tenemos acceso.

Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity

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