Nos resulta relativamente cómodo movernos por tópicos pues, a veces, nos evitan tener que pensar, analizar y reflexionar, con la consiguiente pérdida de tiempo y energía, que preferimos utilizar en otras cosas. Pero, en ocasiones, estos atajos nos hacen un flaco favor, especialmente cuando provocan que nuestra mente se enfoque en lo negativo de una situación o persona, o en un futuro horrendo al que no apetece nada llegar.
“Ya, pero es que es la quinta ve que me encuentro con lo mismo. La gente va a lo que va, son todos iguales”.
Definitivamente, cuando se han tenido unas cuantas experiencias de este estilo, nos quedamos atascados y con cierta sensación de impotencia por no saber qué hacer con la siguiente relación. Sí se tiene claro que uno no quiere volver a sentirse herido, manipulado o frustrado por una cuestión afectiva.
¿Negamos entonces lo evidente, que hay personas que van a lo que van?¿Por qué nos sorprende todavía tanto que haya personas que mientan para conseguir sus objetivos?¿Nos atrevemos a ver esa parte de la realidad como es, en vez de cómo nos gustaría que fuese?
Para poder manejar mejor estas situaciones, quizás no sea tan importante lo que quieran los otros, sino lo que quiere uno. Los demás pueden querer algo en concreto en una determinada etapa de su vida, por la razón que sea, o como consecuencia de su manera de entender las relaciones. A veces nos encontramos ante personas claras y honestas, y en otras ocasiones se utilizan todo tipo de engaños para conseguir lo que quieren sin tener en cuenta los sentimientos de la otra persona.
Para evitar este patrón y entrar en este juego, vamos a:
– centrar el análisis de la otra persona en lo que hace, no en lo que dice. Se pilla más observando que en conversaciones vacías e infructuosas que nos hacen perder demasiado tiempo y nos dejan emocionalmente agotados;
– no ceder antes de sentirse preparado a cualquier situación o propuesta que todavía no se desea;
– no formarse ni crearse una ilusión basada en las primeras aproximaciones. O lo que es lo mismo, no comprar la moto antes de probarla, o incluso antes de comprobar si se trata realmente de una moto;
– prestar más atención y hacer más caso a las personas que se acercan de una manera natural; que intentan ser amigos antes que atosigadores; que se toman su tiempo para conocernos bien y valorarnos adecuadamente; que no nos controlan a todas horas ni se obsesionan con cerrar filas rápidamente; que nos escuchan e intentan estar cerca en todo momento.
Éste último grupo probablemente está tan cansado como los demás porque les suele costar más llevarse el gato al agua; ven cómo ciertas figuras arrasan a base de palabrería y poco interés real; y van recogiendo los pedazos de lo que van dejando muchos de ellos atrás. Estas personas no entienden por qué no se les ve, por qué les cuesta tanto enamorar cuando están ofreciendo lo que supuestamente se reclama constantemente: alguien que respete y valore. Sin embargo, acabamos corriendo con la lengua fuera detrás de otras personas que, una vez se ha pasado el momento glorioso de la conquista, pierden todo interés por una relación más profunda.
Una buena propuesta es empezar a mirar con los ojos algo más abiertos y con un poco más de atención a esas personas que, además de ser buenas amigas y buenas compañeras, probablemente sean amantes excelentes, desde la confianza y la complicidad.
Todas estas personas están ahí, son parte de la otra realidad a la que no miramos.
Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity
Mila Cahue forma parte del equipo de psicólogos de Centro de Psicología Álava Reyes