Dra. Mila Cahue

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Nuevos Modelos de Pareja: Juntos, pero no Revueltos


Uno de los grandes retos que tenemos hoy en día al formar pareja, y especialmente ese nuevo tipo de parejas que no queremos que tenga nada que ver con las referencias que tenemos del pasado, o lo que nos han contado culturalmente que tiene que ser,  es aprender a ser uno mismo dentro del baile o el juego que se hace a dos.

Muchas parejas se forman a costa de uno de sus miembros. Y a esto se le ha llamado durante mucho tiempo amor, mientras que para la persona que experimentaba su propia anulación suponía una de las experiencias más dolorosas y sinsentido que un ser humano pueda experimentar.

Dolorosa, por estar negando una y otra vez su propia identidad, sus deseos, sus motivaciones, sus anhelos… aprisionándolos en lo más profundo de su corazón sin que nadie pudiera siquiera sospechar que bramaban por expresarse de alguna manera. Dolor el que produce la energía contenida que no encuentra canal por el que fluir y transformarse en algo creativo.

Sinsentido, porque ¿a quién beneficia esa anulación? Probablemente, cuando alguien deja de ser quien es, está privando a todos los seres que le rodean y que le aman de la oportunidad de aprender, de compartir, de imitar de un modelo que nunca más va a tener la oportunidad de repetirse.

Y así han ido pasando tantas vidas, tantas oportunidades de ser, tanto mal llamado amor

Ser uno mismo a la vez que Ser en pareja es una de las demandas más frecuentes en la actualidad, pero también con la que existe más confusión. Todavía no hemos terminado de romper con los moldes anteriores y queremos desarrollar en ellos estructuras nuevas, sensibles a lo inapropiado del espacio en el que pretenden crecer.

¿Cómo se hace? Las primeras escamas que tiene uno que quitarse son las aprendidas culturalmente, principalmente a través de las historias infantiles y de superhéroes.

Nadie tiene ya que rescatar ni ser rescatado (los problemas hay que aprender a resolverlos con autonomía, buscando ayuda si es preciso, pero no cargándole el mochuelo a otro; y tampoco debemos de interferir en los procesos de aprendizaje del otro. Podemos ayudar cuando se nos solicite consejo, pero siempre permitiendo que la persona resuelva y crezca ante sus dificultades);

Ni poner a prueba a nadie (podemos analizarnos mutuamente y decidir si el otro es adecuado o no para nuestra forma de ser. Hacer que alguien pase las siete pruebas de la idoneidad es ineficaz, pues incita al acoplamiento –ya lo he hecho, ya no hay nada más que hacer– y a la lógica exigencia irracional –y ahora te pido el premio o la recompensa-. El perrito ya no salta delante de la chuche. Salta cuando lo considera oportuno y analizando las consecuencias a corto, medio y largo plazo de dejarse llevar por su glotonería);

Ni inmolarse en nombre de nada ni de nadie (perder la ilusión por vivir simplemente porque otra persona no nos ama o consentir que los demás hagan de nuestra vida el vertedero en el que vacían toda su basura emocional es lo menos parecido al amor que haya podido relatarse jamás).

Nuestra apuesta va hacia una pareja puede sentirse unida desde los cimientos, hacer todas las actividades juntas, compartir los mismos gustos o compatibilizar sus diferencias de manera que, vistos desde fuera, parezcan un uno inquebrantable pero, vistos al detalle, se pueda distinguir claramente quién, qué, cómo y para qué aporta y recibe del otro. Así, sin perder su identidad (revueltos) consiguen ser y crecer junto con la persona receptora y emisora de un amor que fluye en ambas direcciones.

Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity

Mila Cahue pasa consulta en:

Centro de Psicología Álava Reyes

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