Dra. Mila Cahue

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¿De qué depende la calidad de la relación de pareja?


No puedo vivir en soledad. Quiero dejar a mi pareja, pero la idea de quedarme sin nadie me supera. Antes prefiero una relación regular.

Y todos nos preguntamos ¿por qué? ¿por qué hacer creer a otra persona que se está con ella por amor, cuando en realidad se está por terror a la soledad?¿Merece la pena vivir una vida sin amor por no enfrentar ese miedo irracional?

Al final, llegamos a la conclusión de que las decepciones en el amor no tienen nada que ver con ese sentimiento en sí, sino con la calidad del aprendizaje afectivo que hayan tenido las personas que forman una pareja.

Tenemos que distinguir, por un lado, las fantasías que todos nos hacemos sobre lo que se va a vivir en la relación de pareja: la verdad, es que las hay de todos los tipos y ese imaginario pertenece a un coto muy privado de difícil acceso. Y

esas fantasías vienen muy condicionadas, tal y como apuntan varios estudios, por el tipo de relaciones afectivas que se establecieron en edad temprana con los padres o cuidadores.

Cuando en la infancia se ha podido desarrollar una seguridad afectiva, las personas suelen ser más sensibles y dispuestas a cuidar de su pareja, y esto facilitan la capacidad para entender las necesidades del otro y el ajuste con la otra persona.

Si la relación con los padres generó un estilo afectivo que se suele denominar “preocupado”, esto se va a reflejar en la relación con la pareja porque suele tratarse de personas celosas, que quieren la atención solamente para ellos (la que sienten que no tuvieron); recurren con frecuencia a los conflictos seguidos de reconciliaciones que provocan una ilusión de afectividad, pero que suponen un desgaste emocional que termina pasando factura. Además, tienen bastante dificultad en reconocer las necesidades del otro, y su preocupación se centra en intentar satisfacer las suyas solamente dejando a un lado las de su pareja. Desgraciadamente, por mucho amor que reciban, se trata de un pozo sin fondo a veces imposible de llenar.

¿Y si tu pareja presenta un patrón huidizo, como si nunca se pudiera pasar una frontera que tiene que ver con la intimidad más profunda y compartida que necesita una relación saludable? Estas personas, por lo general, han recurrido a la distancia afectiva y han generado un patrón de pensamientos relacionados con una infravaloración de lo que significan las relaciones íntimas, lo que a su vez les ha producido una especie de desconexión afectiva que les ha permitido sobrevivir en un ambiente en el que sus necesidades afectivas no eran atendidas. Suelen ser personas tendentes a enamorarse platónicamente, a idealizar a sus parejas, pero con escasa capacidad para hacer que sus fantasías puedan materializarse en alguien de carne y hueso. Esa idealización les permite perfectamente perpetuar el patrón de distancia y alejamiento de las personas “reales”.

¿A qué conclusión podemos llegar con todo esto? Muchas veces hemos escuchado aquello de “amar al prójimo como a uno mismo”, y todo ello se corrobora cuando analizamos este tipo de relaciones. Es decir, el hecho de que alguien sea capaz de amar bien a su pareja, tiene más que ver con la sensación de amor propio, seguridad y confianza que desarrolló en su aprendizaje afectivo, que con las características que pueda tener la persona de su elección.

Por eso, hay que tener en cuenta, que por muy buena persona que uno sea, o lo bien que sepa amar, eso no es suficiente para que la relación funcione. Si la otra persona no ha aprendido lo que significa “sentir” el amor hacia sí mismo (primero desde sus padres y luego desde sí mismo), difícilmente podrá consolidar una relación satisfactoria.

Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity

Mila Cahue forma parte del equipo de psicólogos del Centro de Psicología Álava Reyes, Área de Pareja

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