Dra. Mila Cahue

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Claves para que funcionen las relaciones de pareja con hijos de otras relaciones


Las familias mixtas, es decir, las que están formadas por una pareja que se forma con hijos de relaciones ya han dejado de ser prácticamente un hecho extraño para convertirse en algo absolutamente normal. No obstante, os vamos a proponer algunas sugerencias a tener en cuenta para evitar posibles conflictos y que esta experiencia pueda ser, por fin, la definitiva:

–       si podéis, cambiaros a vivir a una casa nueva, no a ninguna previa de alguno de los dos. De lo contrario, la familia que llega tendrá siempre la sensación de estar de “okupa”, y es bueno involucrar a toda la familia en la compra o alquiler de un nuevo espacio en el que todos tienen igualdad de derechos y de deberes;

–       estableced reglas que sean aplicables a todos los hijos: el nuevo hogar tiene nuevas reglas y tiene que percibirse claramente que los padres las apoyan con unanimidad;

–       decidid si váis a llevar cuentas juntas o separadas. Esto es una decisión muy personal, que debéis de calibrar y consensuar;

–       dedicaros un tiempo exclusivamente para vosotros de manera regular. Se trata de parejas que se han formado desde el principio con hijos, y que pueden encontrarse exhaustos por su educación, la atención que necesitan, y por la falta de tiempo que tienen para dedicarlo a su propia persona. A veces, si los niños son muy pequeños, puede surgir una sensación de abandono ante la atención que su progenitor debe de dar a la nueva pareja, y si se trata de adolescentes, las muestras de afecto pueden resultarles embarazosas. Por eso es importante que la pareja tenga un tiempo para sí fuera de la vista y de las emociones de sus hijos.

Ejercer de padre o de madre de los hijos de la pareja a veces es más complicado de lo que pueda parecer, y el

amor que se sientan los padres entre ellos no es suficiente para que reine la armonía familiar. Al principio, es aconsejable dejar que sea el padre de verdad el que lleve la voz cantante, pero ha de percibirse el apoyo del otro progenitor. A medida que vaya evolucionando la relación, y todos se vayan habituando, entonces podrá equilibrarse el papel de ambos miembros de la pareja con todos los hijos aportados a la misma.

Normalmente, no suele haber problemas con los más pequeños, pues suelen acoger con cierta alegría la llegada de una pareja para su padre o madre, y seguir teniendo una familia que ellos consideran “normal”; los adolescentes mayores tampoco presentarán mayor problema, pues probablemente irán muy “a su bola”, tienen capacidad para comprender la nueva situación, y su grupo de amigos ya es lo suficientemente importante como para que se tengan que estar ocupando de si les gusta o no la nueva pareja de su progenitor; la edad más conflictiva se encuentra entre los 10 y los 14 años, pues todavía pueden encontrarse muy apegados afectivamente a su padre o su madre, y a la vez tienen que establecer un vínculo con alguien nuevo de quien, en poco tiempo, y por una cuestión natural de su edad, también tendrán que aprender a desvincularse.

Al principio, es mejor mostrar el afecto de manera verbal, y no hacer demasiados acercamientos físicos hasta que no se haya creado un ambiente de mayor confianza o intimidad. Normalmente, los chicos tienen menos problema en aceptar a un nuevo padre, pero las chicas suelen sentirse incómodas, especialmente si tienen que forzar los afectos.

Es importante también evitar hablar mal del progenitor que no vive en la casa. Ese tipo de conversaciones ha de llevarse en la intimidad de la pareja, y siempre con el objetivo de encontrar soluciones consensuadas, no de la crítica vacía de contenido.

Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity

Mila Cahue es Psicóloga de Pareja en el Centro de Psicología Álava Reyes

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