Dra. Mila Cahue

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Buscar pareja en internet: fantasías y realidades


¿Recordaríamos cuándo fue la primera vez que soñamos con nuestro príncipe o nuestra princesa?¿Cuándo fue la primera vez que imaginamos ese beso inocente?¿O el apasionado? Tendríamos que retrotraernos a etapas muy tempranas de nuestra vida, prácticamente a la niñez y a la preadolescencia, para poner fecha a esos primeros momentos en que empezamos a diseñar nuestros sueños.

Nuestras fantasías se convierten con frecuencia en nuestro refugio emocional, donde acudimos cuando la realidad exterior no nos proporciona la felicidad que anhelamos, y donde además podemos diseñarla a nuestro antojo; podemos cambiar de época, de estatus social, de posición económica, y hasta de aspecto físico. Nos convertimos en seres cuasi-perfectos que se enamoran de personas ideales en entornos donde los problemas, o no existen, o se solucionan mágica y felizmente. En realidad, esas fantasías no son más que una proyección de nuestra imaginación, y en ellas podemos ser aceptados sin condiciones, y amados sin restricciones.

El mundo de internet puede llevar a muchas personas a confundirlo con un entorno próximo a la fantasía. Las analogías son evidentes: su componente virtual (no es algo tangible, y necesita de una cierta capacidad de imaginación para poder moverse de un espacio a otro de la red); el hecho de que seamos nosotros los que tomemos la iniciativa de una acción; la capacidad para poder producirse desde la intimidad tanto física como emocional de nuestras vidas, producen un efecto análogo a Alicia en el País de las Maravillas: apretando un botón, al otro lado de la pantalla se abre una realidad virtual que hasta hace unos años solamente podía desarrollarse a través de la fantasía.

Pero un día esa fantasía se hizo realidad… virtual. Y muchas personas seguían entrando en esa realidad virtual como si se tratase de una bonita ilusión. Pensaban encontrar la misma seguridad y los mismos personajes creados por su mente, y muchos incluso tenían ante sí la posibilidad de cambiar su propia personalidad. Casi como cuando eran niños. Encontrarían al amante incondicional, a los amigos divertidos, a las situaciones favorables de un mundo amoroso y no dañino. Y cuando iban con los brazos abiertos hacia esa puerta mágica, un golpe seco les hizo volver a la dura realidad. Internet es real, no es una fantasía. Las personas son de verdad y las situaciones son parte de la vida misma.

Muchas personas se enfadan cuando internet no responde a su patrón de fantasía o imaginación, pero el hecho es que no podemos explicar lo que ocurre en la red desde la realidad de nuestro cuarto o despacho, sino desde la multiplicidad de situaciones con las que podemos encontrarnos y que responden a una realidad inmensa que es más objetiva que nada de lo que hayamos podido vivir en nuestras vidas.

¿Cómo puede ajustarse esta realidad a la fantasía sobre lo que queremos encontrar cuando entramos en la autopista on-line? Como no podemos cambiar la realidad, tenemos que trabajar con nuestras fantasías, y son varias las acciones que podemos emprender con ellas:

1-    Renunciar a gran parte de ellas (nivel inicial, en el que se conoce poco del entorno informático). Supone una gran dosis de frustración.

2-    Transformarlas y adaptarnos a nuevas formas de entender la vida, aunque nos crujan. Puede haber una gran dosis de frustración, pero también múltiples sorpresas agradables.

3-    Afirmarnos en ellas y aprender a utilizar eficazmente una inmensa plataforma llena de posibilidades. Puede resultar muy satisfactoria, pero supone un esfuerzo de aprendizaje y perseverancia a toda prueba.

La realidad es el resultado de nuestros pensamientos, y sobre todo de las acciones dirigidas por esos pensamientos. La fantasía es pensamiento sin acción. Que el amor sea una realidad o una fantasía en nuestra vida, depende de cuánto estemos dispuestos a hacer por él.   

Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity

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