¡Menuda mala pata si, después de haber estado intercambiando correos, llamadas, etc, la primera cita resulta una verdadera catástrofe! O bueno, tampoco hay que exagerar, pongamos que simplemente no fue todo lo bien que a uno le hubiera gustado.
Hemos hecho mucho hincapié en la importancia que tienen las primeras impresiones y lo difícil que resulta cambiar una mala primera impresión. Pero también es cierto que, si bien ese primer momento es la puerta de entrada para alguna posibilidad futura, las siguientes citas son tanto o más importantes que la primera, ya que en ella nos jugamos la calidad de lo que pueda llegar a ser.
La buena noticia es que, si hay una segunda oportunidad, eso quiere decir que al menos algo no ha ido tan rematadamente mal en la primera, o que las dos personas han sido capaces de detectar la potencialidad de alguna cosa por la que merezca la pena esa cita.
Es muy importante preparar bien este encuentro. Muchas veces nos mostramos negligentes o derrotistas, pero es fundamental no solamente no tirar la toalla, sino sacar todos los recursos disponibles para no cometer los mismos errores, u otras equivocaciones que nos hagan sentir un poco mentecatos.
Si repasas el primer encuentro, recupera los nombres, las anécdotas, haz una lista con todo aquello de lo que te hizo partícipe de su vida. No te centres tanto en cómo fue tu actuación, sino en lo que la otra persona compartió contigo. Cuando volváis a quedar, evita soltar la misma charla, discurso y datos de la primera vez, y pregunta sobre alguna de esas cuestiones (¿Se ha portado bien tu perrita Wanda?¿Has vuelto a tener noticias de tu amigo de Noruega?¿Hablaste con tu hermano Pepe?, etc.). Eso hará que se sienta especial, y transmitirá que realmente prestaste atención a lo que te contó, aunque pudiera haber parecido lo contrario. Además, darás la sensación de ser una persona curiosa, vivaz, con el estado de ánimo apropiado para entrar en una relación: ni demasiado centrado en ti mismo y tus circunstancias, ni demasiado apagado como para no ser capaz de pasar de una cuestión a otra con agilidad mental y emocional.
De esta manera, también evitamos sonar como un disco rayado, contando siempre lo mismo sobre nosotros. Coger el hilo de conversaciones anteriores nos permite introducir anécdotas (de las que vamos a llevar preparadas al menos dos o tres de distinto tipo), tantear si el sentido del humor de ambos es compatible (este punto es muy importante para la calidad de la relación afectiva y sexual) y medir hasta qué punto hay un interés recíproco dependiendo de la atención que se presta a lo que contamos.
En esta segunda cita puedes ir con bastante más soltura, no hay nada que perder: total, ya casi te han conocido en un momento poco favorable, y tu tampoco vas con intención de hacerlo peor. Si realmente no hay conexión, esta segunda oportunidad servirá para confirmar que ya no hay que darle más cancha a esa relación; lo bueno es que, si esta vez sale bien, será bastante mejor, puesto que el hecho de haberse remontado desde bajo cero es la consecuencia de haber puesto mucho más interés en querer gustar y que el otro nos guste, y de haberse involucrado más en establecer una conexión más próxima.
Si la cosa va bien, habrá terceras, cuartas… y más citas. Es importante no bajar la guardia y utilizar las mismas estrategias que te hemos comentado. Que a la segunda haya salido bien no quiere decir que ya sea el momento de relajarse. Más bien al contrario, construir sólidamente los cimientos de una relación es uno de los trabajos que merecen nuestro mejor saber hacer.
Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity