Dra. Mila Cahue

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Por qué lo que decimos a nuestra pareja pesa más de lo que creemos


¡Bah, es una tontería! No sé por qué se pone así, total…voy a acabar pensando que es una exagerada o que necesita ir a ver a un terapeuta para que no se tome las cosas tan a pecho…(suele decir él)

¿Pero, qué le he dicho? De pronto, ha dejado de hablarme y se ha ido a dar un paseo con el perro…No sé por qué se enfada, sobre todo, cuando le pido que corrija algo que ha hecho mal. ¿Es que no se le puede decir nada? (suele decir ella)

Definitivamente, ni ella es tan exagerada ni él tan susceptible… los dos son normales, y los dos son diferentes. En

cualquier caso, lo importante no es tanto lo que decimos a nuestras parejas, sino el cómo, entendiéndolo por el tono en que decimos ciertas cosas, y qué palabras elegimos para hacerlo.

Si pudiéramos escuchar la forma de hablarse que tienen ciertas parejas en la intimidad, a muchos se les erizaría el cabello, empezando por ellos mismos y, ciertamente, aunque creamos que en pareja todo vale, en realidad lo que (y cómo lo) decimos deja mucha más huella y es más doloroso de lo que nos gustaría.

De acuerdo con estudios realizados desde mediados del siglo pasado, y que se han visto confirmados cada vez que se han replicado, las experiencias negativas, y cierto tipo de lenguaje y de comunicación podrían considerarse dentro de este grupo, provocan mayor impacto que las experiencias positivas. Por ejemplo, una critica destructiva, verdadera o falsa, puede llevarse por delante una larga carrera de impecabilidad. O un simple acto de deslealtad puede acabar con una relación fundamentada en la confianza recíproca de muchos años.

Cuando se ha estudiado la compatibilidad y el estado de salud de ciertas parejas, (utilizándose registros, una observación prolongada y un análisis minucioso), los expertos han podido comprobar que, para que una relación pueda considerarse satisfactoria, la frecuencia de comentarios positivos (o palabras adecuadas) ha de ser cinco veces mayor que la de comentarios negativos. O lo que es lo mismo, cada vez que metamos la pata con alguna observación, crítica, tono o palabra inapropiada, necesitaremos compensar en cinco veces con palabras y gestos positivos para que la otra persona se considere desagraviadapor el daño anterior.

A la vista de estos resultados, uno ha de plantearse seriamente qué le compensa más: a) si decir lo primero que se le venga a uno a la cabeza y luego tener que hacer cinco veces el esfuerzo para compensar, o b) morderse la lengua y pensar bien lo que se va a decir, para no tener que hacer luego el esfuerzo por quintuplicado.

Por otro lado, un comentario positivo suele obtener una respuesta positiva (“¡Qué bien te queda ese vestido!” – “Gracias, cariño”) mientras que un comentario negativo, puede y suele ir seguido de una cadena de reproches que hacen que la afrenta parezca mayor de lo que realmente ha sido (“Te creerás que vas bien con ese vestido” – “Pues sí, aunque con el gusto que tienes mejor no te hago ni caso. Y además, ¿quién te has creído que eres para criticar lo que me pongo?¿te has mirado tu acaso últimamente al espejo? No soy tu hija, así que haz el favor de dejarme en paz…”), etc, etc, etc.

Las parejas que funcionan se expresan recíprocamente con palabras, gestos y comunicación que desprende que están de acuerdo y que se apoyan mutuamente, y además todo esto lo hacen con una buena dosis de cariño y atención.

Las experiencias negativas que viven nuestras parejas tienen una consecuencia negativa no solamente en la otra persona sino, como consecuencia directa, en la calidad de nuestra vida afectiva. ¿No nos merecemos acaso una relación satisfactoria? En lo que dependa de uno mismo, he aquí una herramienta más para que esto sea así.

Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity

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