Partiendo del concepto de que amar supone cuidar al otro, no ocasionarle ningún daño, y crear un espacio de crecimiento, existen distintas formas de vivir o actuar la experiencia del amor.
Existe un grupo de personas para las que amor y pasión son una misma cosa. No conciben la idea del amor sin un fuerte componente físico y sexual. Por lo general, se enamoran a primera vista, creen haber encontrado ya a su media naranja, y se zambullen en la corriente de adrenalina y serotonina que brota a cascadas en las primeras fases de cualquier relación.
Necesitan sentirse especiales y únicos, y hacen que su pareja se sienta de la misma manera, por eso suelen resultar tan seductores y atractivos. Suelen ser extrovertidos, y disfrutan y hacen disfrutar del contacto íntimo. En contrapartida, suelen dejar poco margen de cambio a sus parejas: una mujer que coja peso por el embarazo, un corte de pelo o una calvicie temprana pueden ser causa de distanciamiento emocional, aunque les cueste reconocerlo como tal. Ofrecen unas deliciosas primeras fases y unos desastrosos y dolorosos finales.
Otras personas se toman el amor como un juego con el que lo pasan muy bien. Hace falta tener mucho arte para manejar bien este estilo, pues se necesita mucho equilibrio para poder disfrutar y, a la vez, no dañar a otra persona. La sinceridad, el respeto y la firmeza son imprescindibles para que se dé un juego limpio. Suelen ser personas, o etapas de la vida en las que se huye del compromiso y de la intimidad, y es normal que se juegue a varias bandas. Ni prometen ni se comprometen. Sólo tienen en cuenta sus sentimientos y necesidades, y les apasiona la novedad y el cambio. Pretender hacerle entrar en vereda es un error que se suele cometer con bastante frecuencia pero, cuando no se está de acuerdo con este estilo, lo mejor es borrar su teléfono, en vez de dedicarle una atención y un tiempo que ni siquiera ellos están reclamando. Y si uno se encuentra en una etapa en la que se siente listo para jugar, siempre limpio, las reglas están servidas.
Un tercer estilo consiste en esos amigos que poco a poco se convierten en amantes y apenas pueden recordar cuándo se inició todo. Se trata de relaciones en las que prima la ternura, la confianza y el compromiso, y se constituyen sobre la base de un conocimiento profundo y una amistad. Hay pasión, hay juego, pero conceden un amplio margen a sus parejas y a si mismos, y suelen sentirse cómodos con la idea de pertenencia a un grupo. No suelen entrar directamente cuando quieren conquistar a una persona, sino que prefieren los encuentros sociales, amistosos y paulatinos, y dejan que el tiempo les eche un cable en el desarrollo de la relación.
Estos estilos se pueden combinar en mayor o menor medida, y de ahí salen los distintos tipos de parejas a los que estamos habituados.
La cuestión es que todos dicen te quiero, pero finalmente somos nosotros, individualmente, quienes decidimos cómo deseamos ser amados, y para ello es muy útil saber de qué tonalidades se viste el amor, y cuál es la que mejor se ajusta a nuestros deseos más íntimos.
Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity