Muchas veces nos sorprende cómo dos personas pueden estar juntas y cómo una relación perdura en el tiempo cuando apenas se intercambian gestos de cariño entre ambas. Claro que, el hecho de que dos personas estén juntas, no quiere decir ni mucho menos que su relación sea necesariamente satisfactoria. Probablemente existen otros factores no relacionados con la afectividad que están haciendo de mantenedores de esa relación.
¿Qué es lo que nos resulta sorprendente entonces? En pareja, uno de los factores que hacen que funcione y que ambos se sientan felices de y en la relación, se mide por los gestos de cariño, palabras, etc., que se dirigen mutuamente a lo largo del día. Aparte de procurar no ofenderse el uno al otro diciéndose expresiones desagradables, ni haciendo desplantes de ningún tipo, es importante apuntar también en la dirección contraria, es decir: ser tibio (ni cariñoso ni frío) no es suficiente. Es necesario realizar gestos conscientes cuyo objetivo sea complacer al otro (aunque a uno mismo no le sea especialmente agradable la acción), de manera que éste pueda tener alguna referencia que le permita medir el grado de implicación que tiene su pareja.
Por otro lado, como un gesto sencillo de amor, hacer algo que agrada al otro, independientemente de que nos agrade a nosotros, suele llevar una compensación emocional pues, uno de los objetivos de la persona enamorada, es ver y sentir cómo es capaz de hacer feliz a la persona amada.
¿Cómo lo hacen esas personas? Alejandra nos lo explicó sencillamente: “Marcos y yo llevamos ya casi tres años de relación y hemos decidido casarnos el año que viene. Una de las cosas que nos hemos dado cuenta que funciona en nuestra pareja es que sentimos que los dos “estamos por” el otro. Una de las cosas que sé que a Marcos le gusta es que esté cariñosa cuando llega a casa después de trabajar. Así que procuro que esos momentos sean especiales para los dos, preparo una buena cena, y solemos dedicarlo a darnos caricias mutuamente. Marcos, por su parte, sabe que también hay temas de los que necesito hablar con él y, precisamente para no hacerlo por la noche, me reserva en exclusiva una tarde a la semana para que podamos hablar de lo que nos haga falta. Además, sabe que me gusta sentirme atendida y suele sorprenderme con alguna llamada en su horario de trabajo, o incluso suele preparar comidas sorpresa, y no deja de decirme cosas bonitas durante todo el día. La verdad es que no nos cuesta nada dedicarnos estos pequeños gestos porque, de alguna manera, encontramos eco en el otro y sentimos que nuestra unión es cada día más sólida”.
En muchas ocasiones, hemos hecho hincapié en la importancia de trabajarse las relaciones de pareja, y que la satisfacción que se obtiene no es fruto de la casualidad, ni de Cupido o cualquier otro designio intangible, sino de la voluntad y decisión diarias en apostar por alguien y por un proyecto conjunto.
Lógicamente, en pareja tiene que ser cosa de dos, y de nada sirve que uno esté dando todo de sí, procurando los mejores detalles, a cambio de indiferencia o desdén. Es nuestra responsabilidad saber cuándo nuestros afectos no son bien recibidos o valorados y saber parar.
Pero si estamos en una relación que funciona, o por la que todavía nos merece la pena intentarlo, vamos a hacer una pequeña reflexión: ¿He hecho hoy algo conscientemente que sepa que es del agrado de mi pareja?¿Voy a estar atento a lo que hace realmente feliz a mi pareja? ¿Todavía estoy a tiempo de hacerlo?¿Y mañana, y al otro, y a otro…?
Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity