VIDEO:
ARTÍCULO:
La primera impresión que causamos es más importante de lo que a veces nos gustaría creer y, si ésta no es positiva, cambiar esa primera opinión que se han formado de nosotros es posible, pero requiere un esfuerzo y tiempo bastante considerables. Si podemos aprovechar el efecto que produce ¿por qué perder esa preciosa oportunidad?
El sentido común nos dice que hay ciertas actitudes que nos facilitarán caer bien como ser simpático y amable, sonreír e ir bien vestido. Todavía aumentaremos más las probabilidades si mostramos cierta empatía, es decir, si sabemos ponernos en el lugar del otro. Así, si alguien nos está contando alguna anécdota de su vida, hacer algún comentario sobre como debió de sentirse en ese momento es un detalle que el interlocutor agradecerá profundamente. Por ejemplo, si nos están relatando una experiencia (aunque sea en tono trivial) sobre un accidente de coche, y hacemos referencia a lo mal que lo debió de pasar hasta que alguien llego al lugar donde se encontraba, aparte de dar mas confianza para seguir hablando y facilitar la conversación, levantará las simpatías de la otra persona hacia nosotros.
También tenemos más probabilidades de caer bien si somos modestos, es decir, si no vamos presumiendo ostentosamente de lo guapos, lo listos o lo ricos que somos; e igualmente si mostramos una actitud generosa no solamente en dinero, sino también en tiempo, o en capacidad de escucha.
¿Se puede hacer aún mejor? Bueno, por muy sorprendente que parezca, todavía nos quedan algunas estrategias que aprender para aumentar rotundamente las probabilidades de éxito en una primera cita.
La primera consiste en el arte de pedir y recibir favores. Aunque a priori pueda parecer extraño, caemos mejor a los demás en la medida en que éstos puedan prestarnos algún pequeño servicio. Por ejemplo, si hemos quedado con nuestra cita en una cafetería, podemos pedirle que encargue nuestra bebida mientras nosotros nos ausentamos un momento al aseo. Dar produce mas placer que recibir, en la medida en la que nos sentimos eficaces y valiosos para la otra persona.
Otra manera de caer mejor consiste en hablar lo negativo que se vaya a contar sobre uno al principio de la conversación, y guardar para el final los aspectos positivos. En el primer caso, influye el principio de honestidad de manera que, si no se oculta desde el principio algo, el concepto que se formara el otro de nosotros es que somos personas cercanas y sinceras. Y en el segundo caso se aplica el principio de modestia, es decir, si uno empieza diciendo todo lo bueno, podrá causar la impresión de querer vender la moto descaradamente, mientras que si tiene el talante de esperar para hablar de sus virtudes al final, se da la impresión de que hablar de ellas es consecuencia de algo natural en la conversación, y no un afán de caer bien cuanto antes.
Cometer un pequeño error o torpeza puede también tener su efecto, pero hay aspectos que es preciso matizar. Por ejemplo, si una actriz guapísima, de esas que podemos considerar casi perfecta, reconoce tener unos pies y manos muy grandes (como hizo Uma Thurman) o cualquier otro defecto físico, caerá mejor de manera exponencial. Pero esto solamente puede hacerse si en algo se está rozando lo casi perfecto, ya que el mismo ejemplo que hemos puesto, en boca de una actriz tirando a pequeña y fea, causará el efecto contrario al deseado: parecerá aun más bajita y desfigurada de lo que realmente es. Así que si uno va muy bien vestido, si nos manchamos con la nata de la tortita y hacemos unas risas caeremos muchísimo mejor; o si alguien es muy listo y de pronto no se acuerda de cómo se dice una palabra de lo más corriente, se ganará las simpatías del interlocutor. Lo perfecto, lejos de encandilar, provoca distanciamiento, y el pequeño error hace humano lo divino.
Mila Cahue para MeeticAffinity
Pingback: Los Top 10 2011 del Blog | Mila Cahue Psicología