Dra. Mila Cahue

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Video: ¿Por qué el engañado es el último en enterarse del engaño?


¿Por qué la pareja es la última persona en enterarse del engaño?

Una de las experiencias más frustrantes es la de descubrir el engaño de la persona en la que hemos depositado nuestra confianza. Por lo general, el «cornudo/a» es el último en enterarse y suele sufrir lo que en psicología conocemos como doble victimización: por un lado, el engaño y el dolor que produce; por otro, el enjuiciamiento y crítica profusa del entorno, que suele pensar que el engañado, lejos de estar ignorante del engaño, era cómplice del mismo. Esto hace que no solamente la herida se haga más profunda, sino que resulta devastadora para la persona engañada.

¿Cómo ocurre esto? Ved los siguientes video y artículo realizados para MeeticAffinity:

VIDEO:


ARTICULO:

Ya se sabe: el cornudo o la cornuda suelen ser los últimos en enterarse del engaño. ¿Cómo es posible que lo que casi todo el mundo parece saber, quien tiene que saberlo parece estar ignorante de lo que ocurre?

Vamos a analizar tres de los factores que influyen en que esta experiencia dolorosa e indeseable pueda llegar a producirse.

El primero podríamos denominarlo de manera coloquial como ¿Quién le pone el cascabel al gato? o, lo que es lo mismo, ¿quién se atreve a describirle a la persona engañada los pormenores del engaño? La gente, por lo general, tiende a pensar que, algo de lo que ellos se dan cuenta, tiene que estar ocurriendo de forma similar en el entorno íntimo, que tiene que haber indicios que delaten la conducta de la persona, y que se está haciendo la vista gorda de algo que habla por si solo. El silencio puede darse por prudencia, o simplemente porque se pretende evitar que a uno le tachen de mentiroso, envidioso o enredador, ya que se tiende a dar más credibilidad al que está engañando que al que delata el engaño. Más adelante veremos por qué. Finalmente, se prefiere dejar como cosa de dos, es decir, de la pareja, para que ellos resuelvan lo que ocurre con su relación.

Un segundo factor tiene que ver directamente con la conducta del que está engañando. Digamos que el truco de magia ha de hacerse impecablemente ante la persona a la que se pretende engañar. Una vez realizado el pase de manos, uno suele relajarse, y es lo que el engañador hace en esos momentos en que es detectado por otras personas, ya que difícilmente puede mantener la tensión del fingimiento durante un periodo prolongado, pero esto no ocurre cerca de la persona a la que se tiene que engañar, por eso a ésta le resulta tan difícil detectar lo que está realmente ocurriendo. De ahí que, cuando alguien le comenta algo de forma directa o indirecta, la versión del informador raramente suela coincidir con lo que ellos están viviendo.

El tercer factor es el que más peso tiene en darle credibilidad a un engaño. Y tiene que ver con que las relaciones intimas se van estableciendo en base a la confianza que depositamos, o nos transmite, una persona. Es decir, el grado de intimidad en cualquier tipo de relación se fundamenta en el grado de confianza desarrollado con el otro. La confianza se da, pero también hay que saber ganársela. De hecho, lo más doloroso en cualquier tipo de traición, no es tanto el qué o el cómo sino el hecho de que la confianza haya saltado en mil pedazos. Uno se siente desvalido, tiene que protegerse en su vulnerabilidad, y se siente manipulado y dañado en lo más íntimo de su persona. Confiar supone el convencimiento de que el otro no hará nada que nos pueda perjudicar.

Es por eso que, cuando alguien tiene el valor de contar lo que los demás no se atreven, la persona engañada se niegue a reconocerlo, porque dar credibilidad a lo escuchado supone automáticamente reventar los cimientos de lo que supone la intimidad: sentirse seguro en los brazos del otro. Confianza y seguridad son prácticamente lo mismo. Admitir que nuestra pareja nos engaña nos produce tanto terror como si nos anunciasen que el piloto que tiene que llevarnos a destino estuviera beodo. Las opciones que solemos adoptar ya las conocemos: algunos cierran los ojos y que sea lo que Dios quiera; otros saltan en paracaídas; y unos terceros reaniman al piloto a base de café y hielo en la nuca.

Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity

Fuente foto imagen destacada:

deaflion.com

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