Las primeras fases de una relación son un juego que es necesario no saltarse. Las aproximaciones sucesivas resultan imprescindibles para comprender bien dónde está la otra persona, y si nuestro acercamiento es bien recibido por ella. El tanteo nos dirá si somos del agrado del otro o no; el tonteo, que no es hacer el payaso, facilita la conversación, el conocimiento, la comprobación de hasta qué punto coincidimos con el otro en el sentido del humor, en la percepción de las cosas…
Si estas dos fases van bien, el resto es más fácil que si pretendemos entrar en una relación directamente sin haber pasado por estas fases previas.
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Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity
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Pretender conseguir un objetivo saltándose gran parte de los pasos que nos llevan a el puede ser una de las principales causas de malentendidos entre dos personas. ¿Nos hemos parado alguna vez a pensar o, mejor, a analizar que es lo que hemos podido hacer, o no hacer, para que finalmente no consigamos lo que deseamos?
El tonteo: Es incuestionable que a todos nos gusta gustar. Lo de no gustar, unos lo llevan mejor y otros peor o de ninguna manera, pero saber encajarlo bien requiere de cierto habito y seguridad en uno mismo. En cualquier caso, puestos a alguna de las opciones, es mas agradable caer bien y ser aceptado, que caer mal y ser rechazado. Cuando estamos buscando pareja, el tonteo bien entendido, consiste en sacar lo mejor de nosotros mismos, nuestra faceta mas simpática o atractiva con el objetivo claro de caer bien a la persona o personas que tenemos cerca nuestra. Para asegurar la jugada, incluso halagamos a los otros haciéndoles sentir bien en nuestra presencia. Digamos que es todo un despliegue de cola de pavo real, con todo su atrezzo de plumas de diversos colores, y distintos tonos de gorgojos que invitan al juego inofensivo. Sin llegar a caer en lo estrambótico o ridículo, esta fase suele ser muy reforzante e, incluso, divertida. Un tonteo sano fortalece la autoestima (la sensación de gustar es muy placentera), facilita la conversación y el intercambio, y nos permite un primer análisis de compatibilidad con las personas que tenemos delante. Aplicamos una primera pequeña trampa: Nos gusta gustar, pero no nos gusta todo el mundo. Esta fase de tonteo tiene un limite: si no nos gusta lo suficiente la persona, probablemente paremos de manera espontanea (no hace falta ser bordes). Pararemos también cuando el otro no responda a nuestras tentativas halagadoras, probablemente porque no estamos gustando lo suficiente. En este caso es mejor no obsesionarse con conseguir gustar al otro sea como sea, ya que entonces empezaríamos con un tonteo insano, que dejaría de ser un juego para convertirse en una obsesión (para el que lo hace) o en un agobio (para el que lo padece). Si el tonteo progresa favorablemente por ambas partes, pasaremos a la siguiente fase.
El tanteo: Esta fase es fundamental a la hora de formar pareja. La confusión radica principalmente en querer recoger el premio tras la fase preliminar de tonteo, sin haber lidiado la parte más complicada, que es la de tantear hasta entender claramente hasta dónde quiere llegar la otra persona. El tanteo es todo un arte y no hay que presuponer que el éxito en el tonteo previo nos permite lanzarnos al ataque sin saber si hemos gustado lo suficiente, o qué es lo que quiere el otro de nosotros. En el tanteo es fundamental aprender a distinguir cuándo el otro está oponiendo alguna resistencia o si, por el contrario, está facilitando que la relación avance. A partir del segundo o tercer intento fallido, lo mejor es que el otro nos dé alguna muestra del interés que tiene por nosotros y, de no ser así, daremos la faena por terminada. En ocasiones, nuestra retirada puede suponer que el otro intente tantear de nuevo, pero más para provocar atenciones que le resultan halagadoras, que por un interés real por nosotros. Si en el tanteo descubrimos en las otra persona rasgos que no nos gustan, resultará más fácil cortar la relación cuando todavía no es importante.
El triunfo está asegurado tanto si sabemos decir que NO a quien no nos conviene, como si conseguimos conquistar y ser conquistados con el acierto prácticamente asegurado.