El pasado 21 de Junio la periodista Jennifer LaRue dedicó un artículo en The Washington Post a los resultados obtenidos en un estudio(1) según el cual, un grupo de ratas a las que se había alimentado con patatas fritas bajas en grasa Pringles habían aumentado de peso.
La investigación se diseñó con dos grupos de ratas: uno, al que se le suministraba comida con alto contenido en grasa y patatas habituales, y otro al que se alimentaba con comida con alto contenido en grasa, patatas habituales y, alternativamente, patatas con olestra (sustituto de la grasa). Éstas últimas comieron más comida en general, ganaron más peso y generaron más tejido graso que las ratas que comieron solamente patatas normales ricas en grasa.
El hecho de que la investigación se haya hecho con ratas no quiere decir que no nos afecte a los humanos, pues el sistema de procesamiento de la comida en ambos organismos son muy similares.
Se han obtenido resultados similares con el uso de sustitutos del azúcar.
Los investigadores apuntan a que el cerebro, al anticipar la ingesta de comidas grasas o dulces, se prepara para ingerir una dosis alta de calorías y, cuando esto no ocurre, lo compensa comiendo más cantidad, intentando conseguir la sensación esperada ante la expectativa de una comida determinada.
Los investigadores también resaltan el hecho de que el uso de este tipo de sustitutos correlaciona con el aumento de sobrepeso y obesidad en la población en los últimos 30 años.
Tal vez debamos reflexionar sobre lo que comemos, cómo lo comemos, y si finalmente compensa intentar engañar a nuestro cuerpo (sin éxito). Nuestro cerebro quizás esté reclamando un necesario retorno a la normalidad en los hábitos alimenticios.
Mila Cahue para www.metodothinking.com
(1) Article: “Fat Substitutes Promote Weight Gain in Rats Consuming High-Fat Diets,” Susan E. Swithers, PhD, Sean B. Ogden, and Terry L. Davidson, PhD, Purdue University; Behavioral Neuroscience, Vol. 125, No. 4