Los buenos tratos en la pareja
Parece que solamente oímos hablar de malos tratos entre personas que se (mal)quieren, y cada vez se oye menos sobre en qué consisten los buenos tratos que hacen que las relaciones funcionen, crezcan y hagan felices a las personas que forman parte de ellas.
No puede resultar extraño que si queremos que el coche nos dure muchos años, procuraremos tratarlo bien, es decir, haremos revisiones periódicas o cuando sean necesarias; trataremos de no conducirlo de forma brusca ni descuidar el interior y los detalles, ni dejarlo en manos de terceras personas que quizás no valoren lo que tienen entre manos. Cualquier cosa que queramos que nos dure, y que resista al paso del tiempo con elegancia necesita, no solamente que no la maltratemos, sino que la tratemos especialmente bien. Y la pareja no es una excepción.
Muchas parejas se tratan como quien se sube a un coche, dura lo que dura, hacen pocas cosas especiales, y cuando se rompe la correa del motor (me desenamoro), se cambia, si se puede, y listo.
También es cierto que se hace mucho hincapié en estrategias de seducción o en técnicas amatorias, a la vez que se pasa por alto el pequeño detalle cotidiano que tiene mejores efectos a largo plazo que los cortoplacistas golpes de efecto.
Que no estemos tratando mal a nuestra pareja no significa automáticamente que la estemos tratando bien. El buentrato implica una intención, un deseo, una perseverancia y un mimo que, aunque supone un esfuerzo, la recompensa bien merece la pena.
¿Cómo hacer para tratar bien a nuestras parejas?:
– dedicarle un tiempo sin interferencias (por ejemplo, si se tienen niños, llevar a la pareja un fin de semana a un hotel donde su atención no se vea distraída hacia los más pequeños)
– hacerla sentir que es especial para nosotros (decirle que es la persona más guapa no tiene por que ser objetivamente cierto, siempre que lo sea (subjetivamente) para el que lo dice)
– tener detalles muy personales (estar atento, escuchar, y sorprender con algo que desea el otro, y que se está deseando satisfacer personalmente)
– estar atentos a sus necesidades especificas, independientemente de las nuestras (por ejemplo, si su comida preferida es la etíope, aunque a nosotros no nos guste, disfrutaremos con el hecho de ver feliz a nuestra pareja, no precisamente por el menú del restaurante)
– no provocar daños innecesarios y minimizar al máximo los inevitables (esto incluye desde lo que se dice, pensando bien cada palabra antes de herir sin querer, hasta lo que se hace, desde un gesto agresivo a un desplante con o sin explicación)
– dirigirle halagos, en público y en privado (en público sientan muy bien, pero los más eficaces son los que se dicen al oído acompañados de alguna caricia, con o sin intención de ir más allá)
– proporcionarle lo mejor a nuestro alcance (si nuestra pareja nos quiere sabrá valorar todo lo que hagamos y que esté en nuestra mano para hacerla feliz)
– aprender cada día mas sobre su persona y comprenderla cada día mejor (uno se siente más a gusto y relajado cuanto mejor conoce lo que tiene entre manos)
Los buenos tratos en la pareja han de ser bidireccionales. Que uno haga bien las cosas no garantiza el éxito de la relación, ya que se acaba produciendo un desequilibrio que se traduce en la frustración del que más ha dado. En este caso hay que tener cuidado con no dar sin un limite, pues se corre el riesgo de, cuanto menos se recibe, más se da para intentar conseguir activar en el otro la misma conducta. ¿Será que no estoy dando suficiente?¿lo estaré haciendo mal?¿donde pongo el límite?
Los buenos tratos consisten en tratar bien a la otra persona y en tratarse bien a uno mismo a través de los gestos que se reciben del otro. Las parejas que funcionan de manera saludable, suelen tener intercambios continuos, recíprocos y equilibrados en ambos sentidos, y se retroalimentan con cada pequeño gesto o palabra que, a su vez, provocan una respuesta positiva de la otra persona.
Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity
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Dra. Mila Cahue 