Dra. Mila Cahue

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«Y tu, ¿qué estás haciendo para que alguien se enamore de ti?»


Podría sonar a reproche, pero no lo es en absoluto.

¿Te has preguntado alguna vez la diferencia entre hacer movimientos o gestos que te permitan seducir o gustar, y ser una persona seductora o agradable?

Los gestos o técnicas nos sirven para un momento muy puntual, y no requieren una auténtica transformación personal: con aplicarlas en el momento adecuado, pueden funcionar… pero también de forma esporádica, o para relaciones de corta duración.

Cuando nuestro objetivo es establecer relaciones duraderas, o al menos lo suficientemente satisfactorias, duren lo que duren, es necesario ser capaces de ofrecer algo genuino y sólido que forme parte de nuestra personalidad, en lugar de pequeñas estrategias para salir al paso.

Solemos exigir mucho de la persona amada, e incluso nos decepcionamos cuando ésta no alcanza nuestras expectativas o ideales, pero no siempre aplicamos ese mismo examen riguroso a nuestra propia actuación mientras estamos en pareja. Incorporar a nuestro abanico de conductas aprendidas (es decir, automatizadas) esos pequeños detalles que hacen que estar a dos sea un placer en lugar de una tortura.

Nuestra propuesta es que nos convirtamos en esa persona de la que pensamos se podría enamorar el otro cuando nos encontrase, partiendo de la base de que seamos y nos percibamos como esa persona a la que se puede amar.

Por ejemplo, si ya se han tenido experiencias de pareja, se sabe que estar con alguien que está todo el día haciendo

comentarios negativos, como consecuencia de un estilo de pensamiento igual de negativo, vamos a empezar nosotros por practicar el pensamiento positivo desde primera hora de la mañana. Desde que abrimos los ojos podemos tomar las riendas de nuestros pensamientos y decidir en qué vamos a enfocar nuestra atención de todos los estímulos que tenemos alrededor, y también dentro de nosotros mismos. Seguro que hay cosas desagradables, pero también es seguro que las hay agradables, o yo puedo hacer que las haya si esa es mi voluntad. Por ejemplo: elegir una taza bonita en vez de la descascarillada para el café; untar las tostadas con algo rico y en la cantidad adecuada; mirarse al espejo y conseguir el aspecto que uno desea, en vez de prestar nula atención a nuestra imagen; dar los buenos días, aunque estén cayendo truenos, o aunque la otra persona no nos conteste. Lo importante es cómo seamos nosotros, no cómo son los demás o las circunstancias.

Una vez que se está en pareja, es importante saber seguir enamorando a la otra persona. Las relaciones

pueden empezar como un chispazo o fogonazo, pero se mantienen a base de cocinarlas a fuego lento, prestando atención, añadiendo ingredientes, saboreando y corrigiendo cada vez que sea necesario. En estos momentos, es importante saber ser una persona respetuosa del espacio físico y emocional del otro: dejar que haga cosas que a nosotros no nos gustan (siempre que se trate de actividades que no afecten a la integridad de la pareja), permitirle tener sus propios gustos y opiniones, aunque sean contrarias a las nuestras; incluso aprender a disfrutar de esas desavenencias.

Es importante no dejar pasar un solo día sin haber tenido algún detalle especial con la otra persona, que sepamos que le haga feliz. No tiene que tratarse necesariamente de gastarse el dinero en algo, sino saber decir la palabra apropiada, hacer eso que normalmente no podemos hacer (irla a buscar al centro comercial), o algo que resulta prácticamente infalible: haz reír a tu pareja (y que de verdad le haga gracia, no vale con gastar la broma de la que solamente se ríe el que la hace). Reírse en casa, con los amigos, en la calle, y sobre todo cuando se hace el amor, suele ser garantía para que nuestra pareja se enamore cada día más de nosotros.

Colaboración de Mila Cahue para MeeticAffinity

Mila Cahue forma parte del equipo de psicólogos del Centro de Psicología Álava Reyes

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