En teoría, deberían ser cero, especialmente si suponen un daño a quienes amamos; pero, puesto que ocurren, ¿dónde, cuándo y cómo se ponen los límites? De todo ello estuvimos hablando con la periodista Laura Peraída, para el diario ABC.es el pasado 27 de Marzo de 2018.
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««Ser infiel hoy es más propio de personas que se sienten en la obligación de estar casados sí o sí y no son capaces de vivir solo con su pareja, o de personas inmaduras, que engañan de igual manera que de pequeños mentían a sus padres», asegura Mila Cahue, doctora en psicología Clínica y autora, entre otros, de «Amor del bueno» o «El cerebro feliz». Ser infiel dice mucho de una persona, de su capacidad de respetar, de comprometerse, de elegir, de saber terminar una relación de manera «elegante»… Si va a engañar, mejor que no se comprometa con nadie, y menos en nombre de la tan manida libertad».…
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No obstante, Mila Cahue explica que aunque muchas personas tiendan a asegurar que las nuevas tecnologías favorecen la infidelidad, no es así. «Las nuevas tecnologías son solo un instrumento más, pero que ponen de manifiesto nuestras habilidades (o falta de ellas), como la asertividad, para saber decir «no» a un tonteo o relación con una tercera persona. Las personas que no saben marcar límites o cortar una cadena de mensajes de este tipo, nunca deben entrar en este juego porque puede resultar «peligroso»».«
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