La obesidad infantil ya empieza a ser alarmante dentro de esta pandemia de obesidad en el mundo llamado civilizado. Se han intentado campañas para suprimir la venta de ciertos productos en los colegios, los menús están preparados por nutricionistas… pero si se mira alrededor de las ofertas a los niños, éstas están plagadas de bebidas y comidas muy altas en calorías, para una población (los niños) que cada vez hace menos ejercicio físico.
La World Cancer Research Fund (WCRF) -Fundación Mundial para la Investigación del Cáncer- ha expresado su preocupación pues 9 de cada 20 de los productos ofrecidos a los niños están dentro del marco de comidas poco
saludables. Esta fundación sugiere que, aparte de las medidas tomadas en colegios, habría que actuar en la publicidad, tanto directa como indirecta, que promueve estas comidas como divertidas y deseables, ya que los padres tienen que lidiar con demasiados frentes para que sus hijos mantengan hábitos saludables de comida (Dra. Abigael San). Los padres, que normalmente tampoco tienen mucho tiempo para preparar la comida, suelen confiar en comidas preparadas que están llenas de sustancias que favorecen la obesidad de sus hijos.
Volver a comer de manera consciente ha de ser una prioridad, pues si no, los mensajes que llegan no pueden ser procesados correctamente y literalmente «entran por un oído y salen por otro», no por falta de entendimiento, sino porque no se les puede prestar la atención y el tiempo que necesitan.
La comida y el acto de comer necesitan de tranquilidad, tiempo y orden, para que puedan realizarse en la cantidad necesaria y pensando bien qué, cuánto, cuándo y cómo se va a comer. Algo que, nuestros antepasados no tan lejanos, hacían con bastante maestría que parecemos haber olvidado.
La British Psychological Society ha preparado un informe (en inglés) bastante extenso y muy interesante que puede descargarse aquí.
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